La Doctrina del Shock y la inseguridad ciudadana en el Perú
En el libro La doctrina del shock (Shock doctrine), la periodista canadiense Naomi Klein nos explica cómo el neoliberalismo (es decir, la política económica propuesta por Milton Friedman) ha sido introducido en diferentes países luego de la conmoción o confusión generalizadas a partir de algún desastre o de sucesos que puedan causar un profundo temor en la población. En general, la aplicación de cualquier reforma que pudiera ser impopular requiere que la población esté en un estado tal que no oponga mayor resistencia. Este es el caso de los atentados (autoproducidos) del 9/11, que permitió la vulneración de derechos civiles dentro de territorio estadounidense o bajo su administración, la invasión de un país que ninguna relación tenía con estos y la mercenarización de la seguridad.
El contenido del libro lo hemos conocido muchos a través del documental que sobre este se filmó.
Los peruanos no somos ajenos a métodos como este. Se sabe que a fines de 1990 la policía tenía ubicado a Abimael Guzmán y que la dupla Fujimori-Montesinos no dejó que este fuera capturado porque la libertad de operación de este y el grupo genocida Sendero Luminoso era funcional a sus planes. La continuidad de la insanía “senderista” era un elemento que permitió que el atentado fujimontesinista contra la democracia del 5 de abril de 1992 (autogolpe) fuera pasado por alto por gran parte de la población y justificado en retrospectiva a partir del 12 de setiembre de ese año (1).
En tiempos actuales vemos cómo es que la delincuencia común es usada por personajes conservadores con un discurso agresivo o con una imagen ligada al autoritarismo, ganan o mantienen o pretenden ganar simpatías por ser vistos como los de la “mano dura” (aunque precisamente ellos mismo hayan tenido relación con robos al Estado, es decir, a todos los peruanos). Es más, hasta se hace sospechoso que conforme se acercan las elecciones hayan más casos de extorsiones con granadas, asaltos poco usuales (como el ocurrido al interior de la PUCP), etc., y que estos tengan tanta cobertura mediática (junto con las totalmente prescindibles “noticias” de farándula, claro). Siendo un poco “conspiranoicos” y considerando que las Fuerzas Armadas y Policía Nacional no fueron limpiadas de elementos fujimoristas, hasta podríamos pensar que este aumento de la “inseguridad” cuenta con su participación como parte de un gran montaje (2). Resumiendo esto: mientras más miedo tengas, vas a pedir más policías y militares en las calles, sin importarte que te quieten tus derechos, ya que solo quieres sentirte seguro, no libre.
Volviendo al plano internacional, quien escribe este texto notó que hubo algo sospechoso tras los atentados contra la revista Charlie Hebdo y otros producidos durante los días posteriores: quienes los perpetraron resultaron muertos por las fuerzas de seguridad. Esto en enero de este año. Los ataques de noviembre, pocas semanas antes de las elecciones regionales, despertaron sentimientos islamófobos y redundaron en la alta votación conseguida por la extrema derecha francesa (Front Nacional), la cual consiguió 6 de 13 regiones. Como es sabido, la extrema derecha europea tiende ahora a señalar a los musulmanes -y árabes en general- de todos los males dentro de los países europeos, a diferencia de la extrema derecha de antaño, que se caracterizaba por hacer lo mismo con los judíos. El fascismo europeo actual se entiende bien con el fascismo sionista de Israel (3).
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1: Meses después Guzmán fue capturado por un grupo especializado de la policía que pudo trabajar eficientemente gracias a que nunca informó de sus avances a los gobernantes (osea, Fuji y Vladi). No obstante, el dictador usó esta captura ajena para fortalecer su imagen.
2. Eso, sumado a los problemas estructurales que permiten y generan la delincuencia, incluido el culto al “éxito”, entendiéndose como tal el tener un alto nivel de consumo de cosas innecesarias y tener poder a través del dinero.
3. Tanto así que Marine Le Pen expulsó del Front Nacional a su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador de éste, por su postura antijudía (antisemita, se suele decir, incorrectamente).